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Mostrando entradas de septiembre, 2011

Complemento importante (1/2)

El esfuerzo por una “buena educación” de los hijos es un término utilizado por muchos padres cuando hablan de la selección de lo que ellos llaman un “buen colegio”. Es aparentemente sencilla la elección de una institución educativa. Sin embargo, se nos olvida que es un lugar en el cual los dejamos por largas horas en manos de quien esperamos contribuya y nos ayude con la formación de estos. Cuando dentro de nuestra posibilidades económicas decidimos escoger un colegio, por dar lo mejor nos enfocamos en que el mismo tenga buen nivel académico, prestigio social, que sea bilingüe, y si no, que den un buen inglés; y nos perdemos en un detalle de mucha importancia, el cual podría derivar serios problemas en nuestros hijos. ¿Hacia dónde quiero llegar? Nada más y nada menos que a un punto que muchas veces no es tomado en cuenta, y es “¿Está acorde con mis posibilidades económicas dentro de nivel de vida al cual pertenezco, encaja con el desenvolvimiento y manejo de la cotidianidad en la cual

Operativo limpieza

“Ando ennegrecido, y no por el sol…”; “Mi piel se ha ennegrecido y se me cae, y mis huesos arden de calor.” (Job 30:28, 30). Aquí vemos la expresión de un hombre muy conocido en La Biblia, quien perdió, en forma total, bienes materiales y familia, y se puede decir que es el personaje que más sufrió a parte de Jesús. Cuando leí esto por primera vez recordé una amiga que, al fallecer su marido de manera repentina y quedar con cuatro hijas, aun siendo una mujer de fe, también ennegreció toda su piel. Traigo estos ejemplos tratando de mostrar cómo nuestro organismo reacciona ante situaciones que provocan dolor, amargura y, en ocasiones, resentimiento. Cuando se dan eventos de esta magnitud en la vida de los seres humanos, no podemos hacer nada para evitar que los mismos se produzcan. Sin embargo pareciere que existen personas que permiten que situaciones cotidianas y dificultades, especialmente con seres queridos, se conviertan en un almacén de resentimientos, los cuales, sin darse cuenta

Vivir para servir

Quizás 15 años habían transcurrido antes de volver a ver a una dulce señora, la cual siempre vivió en los EEUU pero que, siendo yo niña, solía venir dos o tres veces al año. Fue criada por mi abuela, a quien quería y manifestaba ese amor, no solo con palabras, sino con hechos. Desde que recuerdo era misionera cristiana, razón por la cual emigró a vivir a Estados Unidos junto con su esposo, también misionero, con el cual procreó una familia de 6 hijos. Hace apenas unos meses, tuve un reencuentro con ella y su esposo. Después de un gran abrazo y con una sonrisa, expresó lo hermoso de volver a verme porque estaba muy enferma y creía que era su último viaje a Santo Domingo. En este momento, aunque se movía con una andador (era una persona de más de 70 años), reflejaba en su rostro y en su actitud una alegría totalmente opuesta al sufrimiento que había estado teniendo en los últimos meses. A pesar de ser trabajadora incansable al servicio de los demás, su cuerpo sufrió en varias ocasiones