En nuestras manos.
Conversando con un español casado con una dominicana, recién llegado al país, me manifestaba con asombro la forma desenfrenada con la cual transitan los conductores por nuestras calles y carreteras. Pero realmente esta situación, la cual él observa, se vive en cualquier ámbito social y el desafío se ha convertido en parte de nuestra cotidianidad. En estos momentos este medio mantiene un programa de concientización acerca de lo implica sencillamente “ceder el paso”. Sin embargo, inversamente a esto, pareciere como si todos quisiéramos ocupar el mismo espacio, llegar todos al mismo lugar a la misma vez y, en lo más insignificante, pretender, si bien cabe, usurpar el lugar del otro. En una fila de un banco, supermercado, al entrar a un ascensor y, qué no, en el tránsito vehicular son frecuentes discusiones, las cuales a veces han trascendido a actos de violencia en los cuales se ha llegado hasta perder vidas. El ambiente donde más se proyecta la intolerancia de unos a otros es en el trá