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Mostrando entradas de mayo, 2013

Empieza a tiempo

“¡Esta niña es insoportable! No respeta a nadie.”, fue la exclamación expresada por una abuelita de avanzada edad cuando, delante de mí, al salir de un parqueo, corregía a su nieta de apenas cuatro años. Ante la corrección, la niña, le manoteó y, con mirada firme, le grita: “¡Déjame, no me molestes!”. Escenas como esta son la cotidianidad de un gran número de familias, especialmente en hogares de parejas jóvenes que están iniciando el proceso de formación y educación de sus hijos. “Los niños de ahora no respetan”,  “Uno no sabe qué va a hacer con estos muchachos”, “Les hablo y no me obedecen”.  Estas y otras tantas expresiones, como especie de desahogo, son formas de manifestar la impotencia que aparentemente sienten ellos a la hora de frenar la conducta manifestada por los pequeños. ¿Cuál es la falla para que hoy sea tan complicado poder crear familias a través de las cuales se puedan establecer reglas y normas que rijan la vida presente y futura de los que allí se están formando? Si

Contaminación

Los avances tecnológicos permiten que los eventos puedan ser publicados en el mismo instante que acontecen, sin importar el lugar del mundo donde se efectúan.  En áreas vitales, como la salud, los aportes efectuados por los adelantos científicos, han permitido, hasta ahora, tanto en diagnósticos como en tratamientos, un gran logro. Así como es de positivo lo señalado, estos mismos medios o avances pueden ser bombas de tiempo dependiendo del uso que se les dé. En cuanto a las famosas redes sociales, las cuales están a la mano de la mayoría de los individuos sin importar edad, son un arma poderosa de destrucción cuando se emplean para divulgar informaciones carentes de base válida, verdadera, acerca de individuos, instituciones, empresas o productos.  Hoy día, la privacidad de las personas está permanentemente amenazada por el uso que se le da a las llamadas “redes sociales”, desde donde se difunden las cosas más personales e íntimas, convirtiéndose, en ocasiones, en lodo que salpica, n

Sin precio

Si es posible, y en cuanto dependa de nosotros, vivamos en paz con todos… Por lo tanto, si nuestro enemigo tiene hambre, démosle de comer; si tiene sed, démosle de beber. Si así lo hacemos, haremos que éste se avergüence de su conducta.” (Romanos 12:18, 20) Al leer esta cita, podría pensar que es una utopía pretender actuar en base a estos principios. Por lo general, hay una tendencia a querer pasar facturas a todos aquellos que, de una forma u otra, nos han dañado o cometido algún tipo de agresión. Si intentáramos entender y, más que esto, incorporar lo señalado en estas líneas, sería más que suficiente para llevar una relación sana con los que nos rodean. Cada  vez más, vemos los anuncios de congresos, seminarios o eventos dirigidos precisamente a enseñar “técnicas”, como si fuesen recetas de cocina, para vivir en paz; fotos y anuncios de lugares ofertados como paraísos en los cuales podrás ir y encontrar “paz”. Lo que no ha entendido el ser humano es que, para el logro de la misma,