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Mostrando entradas de febrero, 2014

Hoy más que nunca

Hace un tiempo, regresando en un vuelo Madrid-Santo Domingo, me puse a ver una película. La trama de la misma consistía en un joven de alrededor de 30 años que intentaba secuestrar un tren, manteniendo en uno de sus vagones varios rehenes, sumamente armado. En medio del suspenso, tenía una disyuntiva sobre lo que había decidido hacer, en combinación con el grupo al que pertenecía, y el choque que le ocasionaban los pensamientos que fluían a su mente acerca de todo lo que su mamá, desde niño, le había inculcado. Navegando en el recuerdo, cuando las frases de amor al prójimo, respetar a los demás y una serie de valores martillaban en su cabeza, éste se frenaba, y con ello se debilitaba la intención de agredir a cualquiera de las personas. Durante todo el nudo de la película, no hacía otra cosa, mientras más amenazaba, que pensar en la forma amorosa en que la madre le aconsejaba sobre lo que era bueno  o malo. A medida en que arreciaba la situación y se sentía acorralado por el sonido

Sólo tuya

El mes de febrero ha sido tomado como el Mes del Amor. No obstante, esta palabra envuelve algo tan profundo que La Biblia dice que Dios es amor. Por tanto, nuestra esencia, como humanos está basada en el mismo, en virtud de que hemos sido creados a imagen y semejanza de Dios. Escuchaba, el pasado domingo en la noche, al final de la prédica de mi pastor, que los especialistas de la conducta humana deberíamos buscar y establecer como base principal, para sanar trastornos emocionales, como la depresión, la forma en que este individuo se compara y compite con otros. ¿Podría convertirse el Mes del Amor en el detonante de conflictos entre parejas por comparaciones establecidas con la forma en que se tratan o manejan otras? ¿Hasta dónde afecta usted creer que se le quiere más o menos por un regalo? ¿Se puede medir la calidad de una relación de pareja y el grado de ésta por palabras expresadas? Intento con esta reflexión, que quienes hoy puedan estar envueltos en sentimientos de triste

Mano a mano

Nuestras autoridades, conjuntamente con toda la sociedad, se encuentran altamente preocupadas por todos los eventos que a diario nos sorprenden dentro de nuestro medio. Ampliar la mirada y dar un vistazo al mundo nos muestra que estos acontecimientos negativos también están ocurriendo en otros países. Estamos atravesando una gran crisis moral, económica, de valores, donde la mayoría de los individuos, no saben qué hacer. Los hechos de violencia callejera e intrafamiliar son motivo de estudio para todos. Hemos insistido desde hace tiempo, a través de este medio, sobre la necesidad de retomar nuestros valores, rescatar las familias y, sobretodo, la importancia de éstas para el buen funcionamiento de una sociedad. La frase “familias sanas aseguran sociedades sanas” también la hemos resaltado en más de una ocasión, ya que es indiscutible que el deterioro o daño de éstas repercute totalmente sobre las otras. En cuanto a la violencia intrafamiliar, especialmente la de género, a pesar

No la evadas

Son muchas las personas que tienen por costumbre al inicio de año hacerse una evaluación médica para ver en qué condición está su organismo. Cuando se te acercan, suelen manifestar gratitud al haber determinado que aparentemente no hay ningún problema. Contrariamente a esto, los individuos tienden a evitar el aceptar que la parte más importante, y que controla la ya evaluada salud, es su salud mental, la cual es determinante para una vida adecuada, tanto intrafamiliar como extra familiar y, por ende , indispensable para una sociedad sana. Hemos visto cómo en muchos hogares de nuestro país se dan eventos, por ejemplo, como el suicidio, que sacuden, no sólo a la familia donde se produce, sino a todo el entorno y a la sociedad. Son muchas las personas que por años, en su entorno íntimo, han vivido aislados, retraídos, desmotivados, incapacitados para poder disfrutar las cosas pequeñas o grandes que se dan en su día a día. Pero  es ahí cuando esta conducta

Fundados en...

El primero de enero se celebró, en el Centro Olímpico, el evento que desde hace 50 años es dirigido por el pastor Ezequiel Molina, La Batalla de la Fe. Al rededor de 50 mil personas se congregaron, incluyendo la mayor jerarquía del país, nuestro presidente, Danilo Medina. Desde su fundación, la República Dominicana tuvo como eje principal a Dios, a través de su fundador, Juan Pablo Duarte, cuya manera de actuar y obrar se basaron en la fe, colocando a Dios siempre en primer lugar como guía a  la hora de tomar todo tipo de decisión. Y, esto queda sellado en la parte superior de nuestro escudo, cuyo lema es “Dios, Patria y Libertad”. Somos un pueblo que tiene lo que le falta a grandes naciones, el arma más poderosa con la cual se puede resolver toda situación, sin importar la magnitud de la misma, y es el poder de Dios, creador de todas las cosas. No pretendo polemizar con aquellos que puedan negar su existencia y autonomía sobre todo lo que hay, simplemente e

¿En verdad edificas?

En el mundo, todos aquellos que tuvieron la oportunidad de ver a través de la pantalla el devastador terremoto ocurrido en el vecino país de Haití el 12 de enero del año 2010, nunca podrán olvidar estas imágenes. El mismo, según cifras oficiales, dejó más de 300 mil  pérdidas de vida, sumado a miles y miles de supervivientes con miembros amputados y, una parte muy importante, las secuelas emocionales en ellos. Los trastornos psicológicos y psiquiátricos son incalculables; los cuales, pasarán genraciones, y aún heredarán las consecuencias causadas por este fenómeno.  En la actualidad, tengo muy de cerca una sobreviviente a quien se le murió su hermana, varios parientes y tiene una sobrina paralítica por haber quedado días enterrada hasta la cintura. Suele repetirme su experiencia y, cada vez que lo hace, enfatiza: “No quiero más volver a Haití. Me aterra. Y, amo mi familia, todo se lo envío; pero, en mi mente no cabe volver allá.”. Bastaron minutos con una sacu