Hoy más que nunca
Hace un tiempo, regresando en un vuelo Madrid-Santo Domingo, me puse a ver una película. La trama de la misma consistía en un joven de alrededor de 30 años que intentaba secuestrar un tren, manteniendo en uno de sus vagones varios rehenes, sumamente armado. En medio del suspenso, tenía una disyuntiva sobre lo que había decidido hacer, en combinación con el grupo al que pertenecía, y el choque que le ocasionaban los pensamientos que fluían a su mente acerca de todo lo que su mamá, desde niño, le había inculcado. Navegando en el recuerdo, cuando las frases de amor al prójimo, respetar a los demás y una serie de valores martillaban en su cabeza, éste se frenaba, y con ello se debilitaba la intención de agredir a cualquiera de las personas. Durante todo el nudo de la película, no hacía otra cosa, mientras más amenazaba, que pensar en la forma amorosa en que la madre le aconsejaba sobre lo que era bueno o malo. A medida en que arreciaba la situación y se sentía acorralado por el sonido