Mi tía Irelinda
Desde muy joven, se dedicó a educar, especialmente en la etapa de la alfabetización, donde su mayor logro consistía en mostrar cómo leía y escribía cualquiera de sus pupilos. Esta fue considerada como una de las mejores maestras de su tiempo, quien vivía preparándose y actualizándose para esta principal motivación de vida. Solía repetir nombres de hombres y mujeres que habían obtenido títulos técnicos o universitarios con altas calificaciones, diciendo: “A éste/a fui yo quien le enseñó a leer y escribir. Además, era maestra de primero y segundo de básica, y solía llevar sus “trofeos” a cursos superiores, dando muestra de cómo un niño recién alfabetizado podía leer y escribir, no solo correctamente, sino competir en lectoescritura con grados muy por encima. Siempre recibía folletos y material, que no sé de qué manera se la ingeniaba para hacerlo, desde España, los que servían de instrumento para sus enseñanzas. Me llegó a decir que es muy importante vivir investigando so...