Entradas

Me motiva

Hace poco, tuve una bella experiencia con una mujer. Al llegar yo a un lugar, y saludar, ésta, con solo escuchar mi voz, se para y se voltea, dirigiéndose a mí con los brazos abiertos, diciendo: “¡Dios mío, Grecia, no puede ser! ¡Cuánto tiempo por volverte a ver!”, dándome un fuerte abrazo, después de casi 20 años. La identifico, y me sorprende ver la expresión de gratitud, añoranza y afecto hacia mi persona, lo cual  me acongojó sobremanera.  “Todos los días de mi vida te he recordado, porque, siendo yo una adolescente, me enseñaste y preparaste para lo que soy hoy. Tanto así que, aunque soy médico, me dedico al área de consejería, dirigida a los conflictos y su manejo en la etapa de adolescencia. Recuerdo, en la primera sesión contigo, junto a mis padres, una pregunta que tardé en responder y que, al final, después de una hora respondí para salir de ti (se muere de la risa, y lanza una carcajada), y fue: “¿Cuál es la parte de tu cuerpo que más te gusta?”, pero, como me rechazaba

Conviene a todos

Son muchos los padres que se me acercan con una misma inquietud, relacionada con el poco tiempo que tienen para cooperar con el desarrollo y las tareas diarias que les asignan a sus hijos, dadas sus múltiples ocupaciones. Esta es: “¿Debo ponerlos en sala de tareas?”. Insisto de nuevo con el manejo del tiempo, ya que, dependiendo del uso adecuado del mismo, va a depender el desenvolvimiento de la vida diaria. Si hay algo en lo que se puede evaluar que ya se iniciaron las clases, aún para los que no están pendientes de ello porque no tienen hijos en edad escolar, es salir a las calles entre 7:00 y 8:00 p.m., o al mediodía, dado el caos que existe en el tránsito vehicular.  “¡Vístanse que ya es tarde!”, “Desayunen, es tarde” o simplemente “Déjenlo en la mesa”, ya que no hay tiempo para comer, es la fotografía de muchos hogares, o de la mayoría, al iniciar cada día en época escolar. Esta situación conlleva a que las mañanas se conviertan en escenarios de discusiones y pleitos, los c

Sí se puede

Juanita, con apenas seis años de edad, atendida por su abuela, de 58 años, quien trabaja en la limpieza de un centro médico, de 8:00 am a 5:00 pm, tuvo que aprender a “cuidarse” sola. Visto desde lejos, es algo muy sencillo, pero las implicaciones y peligros a los que se ve expuesta esta niña son muchos. Como ésta, existen millares de familias de escasos recursos, especialmente de madres solteras o abandonadas por sus maridos, que se ven obligadas, para subsistir, a dejar sus niños al cuidado de familiares cercanos. Una amiga, que dirige un programa de niños en su iglesia, me explicaba que, desde los 8 años de edad, una miembro de la congregación, tenía la responsabilidad de sus tres hermanos menores, motivo por el cual, hasta este año (ya tiene 16) no pudo asistir a la escuela, acabando ahora de ser alfabetizada mediante el plan de alfabetización del gobierno. La vida de éstas, como la de tantos miles de niños, ha sido transformada por la tanda de horario extendido en las escue

Contaminación ambiental

Son muchas las personas que se acercan a mí expresando cierta frustración, debido a que muchas veces salen de sus casas sin ningún tipo de problema, y basta haber llegado al primer semáforo para que aparezca un individuo y te tire un paño sobre el cristal del vehículo, al cual dedicaste en el día anterior un tiempo que no sobra para lavarlo. De repente, este paño sucio acaba estropeando todo el esfuerzo realizado. Suelo escribir ejemplificando con nimiedades como éstas, las cuales son solo aparentemente “nimiedades”. No obstante, se convierten en situaciones generadoras de estrés, que afectan nuestra salud, tanto física como mental.  En días pasados, mi hija, en la intersección de la Ave. 27 de Febrero con Ave. Privada, pudo contar 18 individuos, entre los cuales habían niños menores de 10 años pidiendo; los famosos limpiavidrios y vendedores de las más inverosímiles cosas, entre otros. Pero, el problema no es solo cómo te invaden y arropan, golpeándote el cristal, sino los insult

Lo que a otros les falta

Ejemplificar las situaciones o eventos que se dan en el día a día, para mí, es el mejor canal para que lo expresado llegue a los individuos. Esta semana, parándome al lado de la persona que me ayuda en los quehaceres del hogar mientras fregaba, y ver cómo la misma en ningún momento cierra la salida de agua, me di cuenta que verdaderamente, si hay un problema grande que hay que resolver, es el hacer conciencia de cuándo y cómo colaboramos para agudizar las crisis. Al preguntarle cómo era el agua en su hogar, responde: “Allá casi no llega. Tengo que almacenarla y hasta comprarla”.  Esto es algo que trato de cuidar cada día, no por mí, (Dios me ha dado la oportunidad de vivir en una zona que nunca se va el agua), sino porque hay que entender que hay otros tantos, miles de personas que carecen de ésta. Este gasto irracional de agua es común en muchos hogares; al bañarse dejando la llave abierta hasta terminar, lo mismo al lavarse las manos y cepillarse y, qué no será aquellos que tiene

Protejámonos

Los accidentes de tránsito se han convertido en noticias de primer plano, casi a diario, en los medios de comunicación. A través de este medio, en varias ocasiones, hemos hablado acerca de la problemática social en la que se ha convertido este mal. Pero, no son solo los accidentes de tránsito, sino que los mismos generan grandes pérdidas de vida en nuestras carreteras y calles, en ocasiones arrastrando con familias completas. Es penoso estar colocados dentro de los principales países del mundo de mayor índice de muertes por esta causa. Si hay algo en lo que hay que hacer un arduo trabajo es, entre las autoridades de tránsito, las asociaciones de transporte y la sociedad en general, en concientizar y educar en cuanto a la importancia de la prudencia al conducir un vehículo de motor. Es increíble ver la forma en que te rebasa y atraviesa un motorista, un chofer de carro público para tomar un pasajero y qué no decir de los conductores de vehículos pesados, los cuales al parecer cree

Realmente valioso

Hace apenas dos días, tengo de visita en mi casa a dos sobrinas que vinieron a pasar sus vacaciones. Conversando con la más pequeña, que tiene 10 años, le pregunto: “En este momento, ¿qué agradeces a Dios?”; y me respondió: “Estar aquí con ustedes”. Hace par de semanas, una amiga que tiene tres niños, no mayores de once años, pretendía enviarlos a uno de los mejores campamentos de nuestro país, lo que ella consideraba que era aprovechar las vacaciones. Para su sorpresa, el mayor le pregunta: “¿Es que no nos quieres en la casa?” y, enfáticamente, los otros le secundan y, unánimes le dicen: “Necesitamos este tiempo para estar en nuestra casa, disfrutarla y estar en familia”. En la mayoría de los casos, los padres suelen hacer grandes sacrificios económicos, a veces hasta préstamos bancarios, para enviar  a los hijos a campamentos o sacarlos fuera del país, tratando de dar una especie de recompensa, especialmente cuando estos han dado un óptimo resultado durante su año escolar. Si