Cotidianidad que enferma
Desde mayo del año pasado, mi hija mayor quiso regalarme una lavadora-secadora de gas, no por no tener lavadora en la casa, ya que apenas llevaba dos años con la anterior, sino, por asunto de comodidad en el secado y a la vez ahorro de electricidad. Rechacé el regalo, precisamente para no hacer gastos. A mediados de diciembre, va, y selecciona lo que ella consideraba su regalo pendiente. Ofrecen instalarla de tres a cinco días. A la fecha y, después de varios reclamos con enojo, me recomiendan un supuesto técnico, al cual tengo que pagarle adicional por la instalación del gas. Este vino, hace apenas dos días y, para colmo, dicho equipo, que se ha convertido en un problema para nosotros, en virtud de que, el mismo día que la recibí, envío la otra a un familiar y, ahora resulta que no es de gas, sino, eléctrica; tengo que esperar quince días más, ya que el sistema no permite dicho cambio. Es decir: no solo nos dejan esperando para su instalación varias semanas, sino, que su error, en vez