Lo que a otros les falta


Ejemplificar las situaciones o eventos que se dan en el día a día, para mí, es el mejor canal para que lo expresado llegue a los individuos. Esta semana, parándome al lado de la persona que me ayuda en los quehaceres del hogar mientras fregaba, y ver cómo la misma en ningún momento cierra la salida de agua, me di cuenta que verdaderamente, si hay un problema grande que hay que resolver, es el hacer conciencia de cuándo y cómo colaboramos para agudizar las crisis. Al preguntarle cómo era el agua en su hogar, responde: “Allá casi no llega. Tengo que almacenarla y hasta comprarla”.  Esto es algo que trato de cuidar cada día, no por mí, (Dios me ha dado la oportunidad de vivir en una zona que nunca se va el agua), sino porque hay que entender que hay otros tantos, miles de personas que carecen de ésta. Este gasto irracional de agua es común en muchos hogares; al bañarse dejando la llave abierta hasta terminar, lo mismo al lavarse las manos y cepillarse y, qué no será aquellos que tienen jardines y dejan por horas y horas una manguera o regadera corriendo como si nadie más necesitara ese recurso tan vital. Lo mismo sucede con la energía eléctrica, la cual, al igual que el agua es altamente desperdiciada. Tener diez bombillas encendidas cuando en realidad se necesitan tres, abanicos y enseres del hogar de consumo sin necesitarse y, a veces sin haber nadie en la casa, es un grave problema.  La sequía que ha estado azotando todo el territorio nacional, ha provocado que los embalses de agua se reduzcan, que los acueductos existentes tampoco tengan suficiente para abastecer; lo que ha generado que se disponga de menos capacidad generadora de energía eléctrica.

Estas dos cosas, como la gran mayoría de los problemas que como sociedad tenemos que paliar cada día, reitero, son soluciones conjuntas. En estos momentos, como nunca, hay que tratar por todos los medios de hacer un aporte con no malgastar algo tan necesario para la vida como el agua, tratando diariamente de colocarse en el lugar de aquellos que vemos sus imágenes en la televisión, en los periódicos, buscándola como si fuera un tesoro, yendo a veces a lugares distantes para poder adquirirla, mientras otros, por ignorancia o indiferencia, no solo la desperdician, sino que ni siquiera la valoran.

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