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Mostrando entradas de diciembre, 2011

Base de todo

Verdaderamente el 2011 ha sido un año, que está de más señalar, de grandes dificultades a nivel mundial, especialmente económicas donde las grandes naciones, en los principales continentes, no han podido encontrar solución a sus crisis económicas. Pero la mayor crisis mundial se encuentra en los cambios de paradigmas y valores por otros donde parecería no haber ningún marco de referencia sobre lo correcto e incorrecto. Parecería que la Teoría de la Relatividad ha llevado al hombre a no entender que las cosas sí tienen límites, y que los mismos mantienen definidos los espacios. Algo determinante y donde quiero, hoy, revisemos dentro de nuestra vida, especialmente familiar, cómo hemos manejado estos límites. Sin importar la edad de los hijos, un elemento determinante para el funcionamiento adecuado dentro del hogar, y necesario, es entender cuando decir sí o no y, una vez dicho, evitar toda ambivalencia delante de los hijos. Comúnmente, cuando estás en grupos de padres, el tema central

Metas

“34 Así que, no os afanéis por el día de mañana, porque el día de mañana traerá su afán. Basta a cada día su propio mal.” (Mateo 6:34) Al finalizar este año, son muchas las personas que, al revisar sus proyectos de vida y metas a alcanzar, quizás descubran que no han podido lograr sus objetivos. Los cuales muchísimas veces van a depender no solo de esfuerzo, perseverancia y dedicación, sino de una serie de circunstancias que no dependen de nosotros, porque son externas, y no las podemos cambiar; más bien, adecuarnos a ellas. El versículo con el cual iniciamos nos muestra algo que, si se llevara a la práctica, sería una especie de freno al acelerador siempre puesto con el cual viven una gran mayoría de personas. El querer colocar, al día, horas extras para hacer más y más actividades es lo que a veces pienso cuando observo cómo nadie tiene tiempo disponible, especialmente para dárselo a sí mismos. Fue publicado en los medios el alto índice de enfermedades cardíacas, siendo estas la may

Sí se puede

Suelo repetir a mi hijo menor, cuando este me recalca cuánto corrijo, la siguiente expresión: “Es más fácil lo que asumen la mayoría de los padres dejando pasar y no corregir que hacerlo.”. En edades comprendidas entre 17, 16 y 7 años se encuentran María, Ernesto y Beatriz. Hijos de padres dominicanos, pero nacidos y formados en los Estados Unidos. Desde su nacimiento vivieron en un sitio del alto Manhattan, donde desde que ingresabas al ascensor, con lo maloliente y descuidado de este, te dabas cuenta de las personas que habitaban en dicho lugar. Lo más importante no es la descripción del espacio físico, sino el manejo de los padres con estos niños en cuanto a su formación, la cual estuvo basada en normas y reglas de buena educación, preparándoles de manera tal que ignoraban todo lo que había afuera. Una de las cosas tomadas en cuenta por ellos siempre fue lo que me decía el padre, los llevaban a una escuela lejos del lugar; y, cuando estos estaban en la casa acompañados por una señ

Confirmación

Desde los inicios de esta sesión, suelo hacer una revisión, o más bien un inventario acerca de cómo ha sido nuestra vida durante todo el año. Faltando apenas un mes para que este finalice, sin lugar a dudas, este, no solo ha sido difícil, sino apto para hacer mayores reflexiones, especialmente sobre lo que siempre he insistido, la familia. Parece increíble, pero en estas últimas dos semanas me ha tocado compartir fuera del país con diferentes tipos de personas de nacionalidades distintas, y con todas las que me he identificado como psicóloga han querido hacer un aparte para manifestarme las problemáticas por las cuales están atravesando sus hogares. El pasado domingo, al llegar a una iglesia donde en otras ocasiones había visitado, en la ciudad de Tampa, el tema de la predicación fue precisamente sobre la necesidad existente de la unificación familiar, centrando todo el tiempo el tema de estructurar las mismas, donde queden definidos los roles de cada uno de sus miembros, pero sobretod

Población vulnerable

De gran preocupación es para toda la sociedad el alto índice de embarazo en niñas y adolescentes. Las cifras publicadas por instituciones que manejan este tipo de situaciones arrojan datos alarmantes. Se ha estado tratando el tema desde todos los ángulos y, verdaderamente, somos uno de los países de mayor porcentaje de dicho fenómeno. Preguntarnos qué pasa no soluciona nada. Lo que necesitamos es buscar alternativas y tomar medidas que permitan frenar este grave problema. El embarazo en menores está presente en todas las clases sociales; siendo más vulnerable en familias marginadas, en las cuales, por asuntos de estilo de vida y falta de conciencia, se ven obligados a salir a trabajar, suelen quedarse solas, acompañado hermanitos durante largas horas. Otro elemento frecuente es que cuando las dejan “acompañadas”, lo están, a veces por un vecino, padrastro, primo, etc. Hace apenas dos o tres meses, dando una charla en un sector marginado, tuve la experiencia de que en una población de

Plenitud de vida

Este fin de semana tuve la oportunidad de intercambiar con personas muy necesitadas, las cuales, si no te adentras a su medio, jamás imaginarías cuánto necesitan. Estuve reunida en diferentes comunidades del Sur profundo, donde encontré, al interactuar con grupos de todas las edades, rostros maltratados por el sol y la pobreza, pero, paradójicamente, con sonrisas alegres y transparentes. La mejor enseñanza que obtuve en este recorrido fue cuando visité a una hermana religiosa, una monja de clausura. Durante años, cuando voy al Sur, suelo detenerme un rato en el convento donde vive, no solamente a saludarla, sino a recibir de ella y las demás el mejor abrazo, pero sobretodo, la expresión más abierta de alegría y “libertad”. Esta última palabra, sobre una persona que vive apartada de la sociedad y cerrada en un convento desde muy joven, es lo último que se esperaría. Sin embargo, cuando empezó su narrativa con una expresión de alegría, gratitud y gran satisfacción de sus experiencias vi

Empieza por casa

Es costumbre de muchas personas hacer revisión de cómo está su salud física periódicamente; algunos, cada seis meses; otros, una vez por año; y, en el caso de los niños, al inicio del año escolar. Sin embargo, en lo que se refiere a poner atención a cambios o conductas no adecuadas en los miembros de las familias, parecería como si no fuera necesario. Es común escuchar a personas que somatizan decir: "He ido a todos los médicos y, gracias, que "no me encuentran nada". Dicen que es psicológico.". Los problemas en salud mental, por lo general, a diferencia de lo anterior, no solo son pasados por alto y descuidados, sino evadidos. Siempre ha existido en sociedades como la nuestra un prejuicio generalizado en aceptar y decidir ir a un especialista de salud mental; dependiendo del tipo de problema, a un psiquiatra o a un psicólogo. Esta predisposición trae como consecuencia que, trastornos de conducta que empiezan pequeños, vayan produciendo un deterioro en la misma. Raz

Vivencia propia

“¡Líbreme Dios de vivir en una sociedad como esta con mi hermanito!” fue la expresión de mi hija al tener la oportunidad de vivir la siguiente experiencia: Estábamos participando en un congreso cristiano en el centro de una de las principales capitales de Europa; y decidimos salir de la zona en tren en la hora de almuerzo, al mismo tiempo aprovechando juntas la oportunidad de dar un paseo por la ciudad. Por ser fin de semana, dicho tren estaba bastante despejado, y de repente fue abordado por siete niños y niñas, los cuales entraron brincando y riendo sin poder parar; además de malolientes, sucios y descuidados; y, sobretodo, totalmente drogados. En un momento dado dos niñas del grupo se sentaron a mi lado, donde las mayores eran ellas, de más o menos 13 años. Eran lindas, rubias, pero un olor tan desagradable, no me paré del asiento porque quería escuchar lo que conversaban: “No se controlan, no saben usarla. Míralos como están.”, considerando ella, quien se comía en todo momento las

Buscar solución

Es imposible que una persona, ganando 5 mil pesos trabajando en quehaceres domésticos, separada de su esposo que no aporta nada a su familia, tenga que pagar 2 mil pesos de colegio por sus dos hijos. Este dato me llega a través de quien trabaja, solo los domingos, en casa de una pariente mía, con lo que, según ella, se está ganando el pago de esta educación. Conversando con ella este fin de semana y tratando de orientarle, le planteo ponerlos en escuelas públicas, a lo que respondió abriendo sus brazos y con gesto desesperado: “¡Imposible! Usted no sabe que en más de una ocasión al grande de 13 años me lo han agredido y hasta sacado armas blancas; y el chiquito de 8, otros niños mayores, también le han querido hacer daño. Tengo una hija de 17 que ya se me fue con un hombre, aun haciendo todos los esfuerzos.”, dándome una explicación de que trabaja sin dormida hasta no más de las 5 de la tarde para poder “darle tiempo” a su familia. Aquí podemos ver una problemática por la que atraviesa

Dilema

Para los padres que tienen hijos en edades comprendidas entre 12 y 18 años en estos momentos, se les presenta un gran dilema. Siempre ha sido difícil manejar estas edades, ya que es un período en el cual se va pasando de niño a adulto. Suele repetirse la frase: “Compórtate, ya tu eres grande”, y en otras ocasiones: “Tu eres un niño todavía”, ¿Entonces? Es precisamente en estas edades donde se producen una serie de cambios físicos, hormonales y, por ende, psicológicos, los cuales traen como consecuencia respuestas conductuales nuevas. En las niñas específicamente, los mismos son muy notorios, produciéndose en sus cuerpos transformaciones que a los mismos padres les cuesta asimilar. Lo importante de todo es que esta etapa llamada adolescencia se caracteriza por la de mayor ambivalencia en la vida de un individuo, y es por ello que los padres se deben documentar y tratar de entender dichos cambios. Es aquí cuando siempre creen tener la razón, empiezan a querer imponer sus propios criterio

Consérvalos

Hace unos meses, conduciendo por la calle recibí la llamada telefónica de una amiga, la cual solo pudo pronunciar mi nombre, y, en línea, la escuchaba llorando. Le pregunto: “¿Qué pasa?”, pero no pudo hablar. Al ver la imposibilidad de la comunicación entre ambas y un poco preocupada, le digo: “Te vuelvo a marcar”. Cuando la llamo, después de haber pasado dos o tres minutos, la escucho llorando, pero más calmada, y le digo: “Dime”, solo clamó: “Se fue mi viejo”. Cuando le pregunto dónde se encuentra, esta venía de Santiago de trabajar, gracias a Dios manejaba otra persona; en apoyo, con lo único que pude dar en este momento, fue: “Cuenta conmigo”. Le hice par de llamadas hasta contactar que ella llegara a la ciudad para apoyarla durante el trayecto. Me preparé y, acompañada de uno de mis hijos, la seguí a San Juan de La Maguana, ciudad en la cual vivía su padre. Hace apenas dos días, al esposo de una amiga, él, de origen francés, quien vive hace más de veinte años en el país, le llama