En nuestras manos.
Conversando con un español casado con una dominicana, recién llegado al país, me manifestaba con
asombro la forma desenfrenada con la cual transitan los conductores por nuestras calles y carreteras.
Pero realmente esta situación, la cual él observa, se vive en cualquier ámbito social y el desafío se ha
convertido en parte de nuestra cotidianidad.
En estos momentos este medio mantiene un programa de concientización acerca de lo implica
sencillamente “ceder el paso”. Sin embargo, inversamente a esto, pareciere como si todos quisiéramos
ocupar el mismo espacio, llegar todos al mismo lugar a la misma vez y, en lo más insignificante,
pretender, si bien cabe, usurpar el lugar del otro. En una fila de un banco, supermercado, al entrar
a un ascensor y, qué no, en el tránsito vehicular son frecuentes discusiones, las cuales a veces han
trascendido a actos de violencia en los cuales se ha llegado hasta perder vidas.
El ambiente donde más se proyecta la intolerancia de unos a otros es en el tránsito vehicular. Salir a las
calles es prepararse para enfrentar un gran desafío, lo que implica una fuente de tensión psicológica
permanente, la cual trae como consecuencia serios problemas de salud física y un caos vehicular.
Como siempre, la solución a los problemas y la acción del cambio que necesitamos opere en nuestra
sociedad va a depender única y exclusivamente de que cada uno de nosotros entienda que es parte
indispensable para el mismo. Por ejemplo, el cruce de peatones parecería como si no existiera, ya que
por lo general suele estar ocupado por los vehículos; y es común los accidentes a través de los cuales se
han producido habido muchas pérdidas de vida de personas al atravesar las calles.
En el mes de diciembre, en la Ave. Anacaona, casi esquina Privada, por la imprudencia de un joven pasar
una luz roja atropelló al hermano de una de mis amigas, quien perdió la vida instantáneamente.
Aplausos a esta campaña iniciada por este diario de parte de todos nosotros y demás medios para
lograr concientizarnos unos a otros. Si queremos un mejor país, necesitamos ser mejores individuos,
dispuestos cada día a colocarnos en lugar del otro, evitando hacer todo aquello que no quisiéramos nos
hicieran a nosotros. Tarea sencilla.
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