Cuestión de actitud

El domingo, a las 10:00 de la noche, mientras salía de la iglesia a la cual asisto, alcancé a ver a un señor, el cual no tenía piernas, arrastrarse por medio de una patineta, utilizando ambas manos, las cuales protegía con unas chancletas de goma y que forman parte de su medio de transporte. Impactada, detengo mi vehículo, bajo, y al acercármele, tratando de brindarle ayuda, levanta su cabeza y me saluda con firmeza y seguridad diciendo: aquí, desviándome a la cera, no se asuste, es que hay un lado malo que no me permite moverme y tengo que tirarme a la calle, siempre lo hago.

Le digo: usted necesita una silla de ruedas para moverse, y enfáticamente me dice: jamás, yo tengo una, pero me invalida; sin embargo, con esta patineta, soy un atleta, estoy mejor que tú, tengo la presión de un niño. Sonriendo me dijo, ¡muchacha!.. a mí no me gana nadie.

El sentimiento de pena que me aproximó a este individuo, se transformó en una enseñanza para mí, por su seguridad y aceptación, más que manifestada por sus palabras, por la expresión de su rostro.

La actitud que asumimos ante las situaciones de la vida, adversas o no, es la que determina en qué se va a convertir la misma. Mirando el ejemplo de esta persona, que sin tener piernas, se considera atleta,cuando hay tantas personas que por una fractura simple de un tobillo, por ejemplo, no quieren volver a caminar, y si lo hacen, lo que les queda de vida la pasa amargados y frustrados por tener que cojear, a veces.

Aunque es normal que algunas personas hagan resistencia al cambio, esto no significa que tú, como individuo, no hagas el esfuerzo necesario para readaptarte a lo que el mismo cambio necesitas que hagas.

Aceptar vivir con ciertas condiciones que te limitan físicamente es la llave para que en términos emocionales, pueda ser como ese señor: un ejemplo para todo el que le rodea. Cuando miras personas que físicamente y económicamente lo tienen todo y muchas veces no tienen la fuerza suficiente para levantarse en las mañanas, porque están hundidos en una gran depresión o sencillamente andan por las calles mutilados del alma por vicios y encadenados por sí mismos, es ahí donde te das cuenta que la vida es cuestión de actitud.

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