Cotidianidad que enferma

Desde mayo del año pasado, mi hija mayor quiso regalarme una lavadora-secadora de gas, no por no tener lavadora en la casa, ya que apenas llevaba dos años con la anterior, sino, por asunto de comodidad en el secado y a la vez ahorro de electricidad. Rechacé el regalo, precisamente para no hacer gastos. A mediados de diciembre, va, y selecciona lo que ella consideraba su regalo pendiente. Ofrecen instalarla de tres a cinco días.

A la fecha y, después de varios reclamos con enojo, me recomiendan un supuesto técnico, al cual tengo que pagarle adicional por la instalación del gas. Este vino, hace apenas dos días y, para colmo, dicho equipo, que se ha convertido en un problema para nosotros, en virtud de que, el mismo día que la recibí, envío la otra a un familiar y, ahora resulta que no es de gas, sino, eléctrica; tengo que esperar quince días más, ya que el sistema no permite dicho cambio. Es decir: no solo nos dejan esperando para su instalación varias semanas, sino, que su error, en vez de ser enmendado, tenemos que pagarlo con quince días más, porque el “sistema” de la empresa que la vendió, así trabaja. Más que la molestia de tener que buscar donde ir a lavar la ropa, me apena lo frustrante que resulta para mi hija el esfuerzo para su regalo.

Les narro esta experiencia personal reciente, porque considero es cotidiano, en la compra de artículos y servicios, este tipo de situación que, aparentemente, parece una tontería, no obstante, conlleva a los individuos a estados de irritabilidad y angustia, que traen como consecuencia muchos problemas a la salud física y emocional. Esto ha ido llevando a las personas a cierto estado de apatía e indiferencia, que cada vez más, se repite la opinión de: “No voy a reclamar, porque ¿para qué, si nadie hace nada y uno pierde el tiempo?”. Cuidado con esto, porque sus consecuencias van a empeorar, cada vez más, que nos ofrezcan bienes y servicios adecuadamente y con respeto hacia aquel que lo demande.

Quiero citar una institución donde he recibido siempre un servicio con calidad, eficiencia y respeto, y es: Banco Popular de La Churchill frente a Acrópolis. Imitémosle y con ello, colaboremos, aunque usted no lo crea, para una mejor salud.

Publicado en el periódico El Caribe, Martes 12 de Enero 2010

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