Abandono (Parte 2/3)

A principio del año pasado la señora que trabajaba en casa de un familiar cercano a mí, motivada por su hermana que vive en Argentina, toma la decisión de irse hacia aquel lejano país, y dejar sus cuatro hijos con el padre. Me le acerqué y sugerí que tomara en cuenta los riesgos que implicaba para sus hijos su partida. Las dos hijas, una de 21 años, la segunda de 18, esta con serios trastornos de personalidad, y dos niños pequeños de 5 y 2 años, ambos con falcemia. ¿Qué les parece? Con el cuidado que hay que tener con los pacientes que tienen dicha enfermedad, ¿Cuáles serán las consecuencias, y no creo que a muy largo plazo, de estos niños en esta condición?

Una de las conductas más comunes en los hogares donde la madre es quien emigra primero es que los esposos de las mismas (esto me refiero en familias pobres) se acostumbran en su mayoría a no trabajar, y vivir a la espera de las remesas enviadas por la mujer, la cual es usada, además de sostener la casa, para este cubrir los pagos de sus bebidas alcohólicas y gastos, lo que va formando cada vez más hombres que no se integran en la actividad laboral, porque ¿para qué?

Cada vez son más frecuentes los hombres que se van y dejan sus mujeres con cuatro y cinco hijos, olvidando la manutención y responsabilidades que les asiste como tales, y con lo que, claro está, tenemos otro tipo de familia abandonada.

Es necesario que las autoridades tomen medidas que permitan corregir todos estos males. No es extraño en nuestras calles encontrarnos con niños que deambulan de día y aun a altas horas de la noche sin que a sus padres esto les preocupe. El jueves pasado me paré en una heladería casi a las diez de la noche, y protagonizaban el escenario dos niños de seis y siete años que día a día se mantienen pidiendo dinero en ese lugar.

Queremos una sociedad sana, con bajos índices de delincuencia. Sin embargo, necesitamos dejar la indiferencia ante este tipo de situaciones. ¿Hasta cuándo estarán todos estos niños en nuestras calles enfrentando todo tipo de peligros, y claro está, siendo caldo de cultivo para todo tipo de conducta antisocial? Evaluémoslo.

A principio del año pasado la señora que trabajaba en casa de un familiar cercano a mí, motivada por su hermana que vive en Argentina, toma la decisión de irse hacia aquel lejano país, y dejar sus cuatro hijos con el padre. Me le acerqué y sugerí que tomara en cuenta los riesgos que implicaba para sus hijos su partida. Las dos hijas, una de 21 años, la segunda de 18, esta con serios trastornos de personalidad, y dos niños pequeños de 5 y 2 años, ambos con falcemia. ¿Qué les parece? Con el cuidado que hay que tener con los pacientes que tienen dicha enfermedad, ¿Cuáles serán las consecuencias, y no creo que a muy largo plazo, de estos niños en esta condición?

Una de las conductas más comunes en los hogares donde la madre es quien emigra primero es que los esposos de las mismas (esto me refiero en familias pobres) se acostumbran en su mayoría a no trabajar, y vivir a la espera de las remesas enviadas por la mujer, la cual es usada, además de sostener la casa, para este cubrir los pagos de sus bebidas alcohólicas y gastos, lo que va formando cada vez más hombres que no se integran en la actividad laboral, porque ¿para qué?

Cada vez son más frecuentes los hombres que se van y dejan sus mujeres con cuatro y cinco hijos, olvidando la manutención y responsabilidades que les asiste como tales, y con lo que, claro está, tenemos otro tipo de familia abandonada.

Es necesario que las autoridades tomen medidas que permitan corregir todos estos males. No es extraño en nuestras calles encontrarnos con niños que deambulan de día y aun a altas horas de la noche sin que a sus padres esto les preocupe. El jueves pasado me paré en una heladería casi a las diez de la noche, y protagonizaban el escenario dos niños de seis y siete años que día a día se mantienen pidiendo dinero en ese lugar.

Queremos una sociedad sana, con bajos índices de delincuencia. Sin embargo, necesitamos dejar la indiferencia ante este tipo de situaciones. ¿Hasta cuándo estarán todos estos niños en nuestras calles enfrentando todo tipo de peligros, y claro está, siendo caldo de cultivo para todo tipo de conducta antisocial? Evaluémoslo.

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