Marcar la diferencia


Todos le llamaban “el aleluya” cuando, a sus 23 años, se había dedicado a llevar una vida
cristiana; ejecutivo de una multinacional, ingresos en dólares, vehículo último modelo, razones
por las cuales era aun más notoria su marcada diferencia al actuar con relación a todo su
entorno.

Un día, en un grupo de amigos, ya que este en su empresa era muy respetado, mientras todos
ingerían alcohol, fumaban cigarros y él se tomaba un refresco, uno de ellos le hace broma
considerándolo un preso porque no puede hacer nada, a lo que este respondió: “¿Quién es
más libre, yo, que puedo hacer todo y no lo hago porque no lo necesito, o ustedes, que si
no hacen todo eso, le es imposible alegrarse y divertirse?”, con lo que se miraron entre sí y
callaron. Posteriormente, su influencia en ellos, que eran amigos de infancia, a muchos de ellos
les hizo diferentes.

Sabemos que aun los adultos son influenciados unos de otros, ya que los seres humanos
necesitamos interactuar y compartir con los demás para una buena salud mental. Mantener
apego a valores familiares que les han costado una vida a nuestros progenitores, los cuales,
tras corrección constante y esfuerzo, los han inculcado para ser individuos aptos para vivir en
sociedad, es nuestro deber.

“¡Ay de los que a lo malo dicen bueno, y a lo bueno malo; que hacen de la luz tinieblas, y de las
tinieblas luz; que ponen lo amargo por dulce, y lo dulce por amargo!” (Isaías 5:20)

Aquí vemos la primacía que hay en estos tiempos de aplaudir todo lo contrario a lo ya
señalado, y más aun querer tirar por la borda y vender el concepto de que “todo está
bien”, “nada es nada” y “todo es relativo”. Tenemos en nuestro país una campaña abierta,
tanto por el gobierno, instituciones religiosas y culturales, grupos comunitarios, medios de
comunicación, basada en rescate de valores, en la cual hay empresas donde los contenidos de
sus anuncios son basados solo en esto.

Es claro que se puede marcar diferencia al ingresar a las universidades, en los lugares de
trabajo defendiendo y cuidando esa institución, haciendo todo lo que puedas a favor de la
misma; en el lugar que vives, con un simple saludo al encontrarte con alguien; al conducir
tu vehículo, respetando las leyes de tránsito y, por ende, a los que igual que tú andan en las
calles. Vale la pena que se siga transmitiendo esto, estamos a tiempo.

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