Realidades


Desde los 11 años, Inés María empezó a presentar crisis, cuya manifestación consistía en, de
inicio, rigidez corporal y, posteriormente, doblaba su cuerpo colocándolo en una posición tal
que era casi imposible hacer que la misma pudiera extender sus músculos. Hasta los 22 años
fue atendida por neurólogo y psiquiatra por convulsiones y depresión. A partir de esa fecha
entra a ser mi paciente y, después de un proceso de tratamiento psicoterapéutico durante
meses, en un sesión, esta, experimentando una crisis de llanto incontrolable motivada por
mí, manifiesta que fue violada sexualmente por un vecino médico, persona de confianza en la
familia, y el mismo la mantenía sugestionada con amenazas si se atrevía a hablarlo. Esto fue
precisamente cuando tenía 11 años y vivía con su abuela; quien, para colmo, una semana
después de ocurrir el hecho a la niña, este llega a visitarla; la niña, al verle, sale corriendo y
recibe una pela por este hecho de “indisciplina”.

Cabe señalar que ante la traumática situación, en el mismo instante de ocurrir el hecho, esta,
en actitud de limpiarse, toma un brillo grueso de cocina y estrujó su genital con este; lo que le
provocó un mayor daño físico.

He querido narrar esta historia real, tratada por mí, en vista del descuido que muchas veces se
tiene con los niños y niñas (ya que a ambos hay que cuidarlos igual) en las familias, por exceso
de confianza con allegados y cercanos.

Las violaciones sexuales generalmente son ocasionadas por individuos cercanos o de confianza
de la víctima. Es importante definir que un acto de este tipo puede considerarse como tal
hasta en ocasiones donde estas se limitan a caricias físicas de sus partes íntimas, llámese
manoseo no deseado ni aceptado departe de la persona a quien está siendo dirigida.

Hay que tener en cuenta las personas con quienes se deja el cuidado de los niños y niñas,
ya sean familiares o servicio doméstico; saber bien y observar el manejo de aquellos a los
que se les delega esta tarea tan ardua y delicada. Los primeros en dar señal de que las cosas
no van bien son los propios niños, los cuales empiezan a manifestar respuestas de miedo,
desconfianza, rechazo, entre otras hacia las personas que le agreden. Los daños emocionales
ocasionados por una violación sexual son terribles, con conductas tan extrañas como la del
ejemplo citado al inicio, y que muchas veces o por lo general no son asociadas con esto.

Ojo con esto, es drástico, pero real.

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