Mejor cierra tus labios

“Por lo cual eres inexcusable, oh hombre, quienquiera que seas tú que juzgas; pues en lo que juzgas a otro, te condenas a ti mismo; porque tú que juzgas haces lo mismo.” (Romanos 2:1)


Aunque muchos lo quieran negar, tenemos grandes libertades, y una de ellas es la de expresarnos. Vivimos en una sociedad en la cual hemos logrado llegar a ser completamente libres, después de grandes luchas llevadas a cabo por hombres que lo dieron todo para lograr ese objetivo. No podemos confundir lo que es tener la oportunidad de manifestar juicios y opiniones abiertas de cualquier tópico con la de dañar y desacreditar la vida de los individuos.


Ser libre es algo que debemos saber manejar, específicamente en el poder expresar abiertamente nuestras opiniones, tanto en los medios de comunicación como en cualquier reunión social donde nos encontremos. Precisamente en este momento, donde estamos preparándonos para la elección de hombres y mujeres que desempeñarán funciones de gran importancia para la nación, tenemos ahora la oportunidad de demostrar que estamos facultados para la “libertad de expresión”. Es un buen tiempo para tomar el no dañar, por grandes que sean lo intereses, la imagen de aquellos que se encuentran en este escenario. Verdaderamente, si queremos mostrar grandeza en nosotros mismos, evitemos, por todos los medios, manchar el nombre de los demás.


Supongo que, igual que a mí, a ustedes les debe suceder, al oír hablar mal a una persona en referencia a otra, inmediatamente, como dice el texto con que inicio, pienso que ese mismo individuo fácilmente es peor que su acusado. Emitir juicios sobre personas, instituciones se ha convertido en algo que en la actualidad ha desencadenado serios problemas. Se han producido escándalos por expresiones dichas a personas de diferentes ámbitos. Inclusive, familias que durante generaciones han tratado de cuidar su reputación y la de su descendencia; hoy se han visto salpicadas por opiniones que han dejado daños irreparables.


Es muy fácil juzgar por apariencias. Y no se ustedes, pero son tantas las veces que me ha tocado manejar situaciones de personas totalmente opuestas a como se ven las cosas.


Como dice un adagio popular: “las apariencias engañan”. Por tanto, al hablar, cuidado con lo que dices, y mucho más con repetir lo que te han dicho, aunque aparente ser verdad.

Comentarios

Entradas populares de este blog

Contaminación ambiental

Conviene a todos

Lo que a otros les falta