Permítele soñar
Partiendo de conversaciones que he tenido con jóvenes pertenecientes a clase media y clase media-alta, donde la permisión es tal, que a veces me pregunto, si es que los padres no han entendido que hay edades en las cuales no se está preparado para el uso de ciertas libertades.
Conversando con algunos muchachos, los cuales, con 16 y 17 años ya les queda poco por soñar. Conocen muchos lugares del mundo; han tenido diferentes carros, obviamente, de marcas importantes; disponen de llave para entrar a su casa a la hora que deseen; y sobretodo, tienen asignaciones económicas que les permiten holgadamente visitar cualquier lugar.
Pasando revista, en una conversación con mi hijo menor, de 17 años, sobre algunas problemáticas, que él mismo ha observado se dan en algunas familias, este me dice con cierto asombro: “¡Wow, mami!, cuántos problemas hay en las familias por no poner freno”, a lo que le contesté, de cómo también, puede ver familias que nos rodean, donde desde muy pequeños, fueron impuestas normas e imposiciones claras de lo que debía, o no, ser.
En estas condiciones señaladas anteriormente, sin pretender hacerlo, privamos a nuestros hijos de la oportunidad a tener aspiraciones y metas que les permitan poder llegar a ser personas con realizaciones propias. Pareciere como si quisieran cerrarle los caminos que les lleven a estos a la necesidad de esforzarse y luchar por sí mismos. A veces quisiera tomar la rienda de algunas situaciones cercanas, pero desgraciadamente no puedo.
Sé que muchas veces, en vista de aquello que en nuestra niñez tuvimos privado, queremos que nuestros hijos dispongan de ello. Sin embargo, déjale sueños, porque sino, ¿con qué motivación cuentan para la vida?
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