No cae del cielo

-“¿Como fui seleccionada entre setenta mil profesionales de todo el
mundo?-. -“Tienes 21 años, graduada de una de las universidades más
prestigiosas de tu país, dominas 6 idiomas y has obtenido calificaciones
excelentes en todos los exámenes a los cuales te has sometido.”-, fue la
respuesta recibida en la Universidad de Barcelona al ganarse una beca
que le permitiría hacer grado de maestría con todos los gatos incluidos,
hasta el pasaje aéreo. Esta joven, con la que tuve la oportunidad de
compartir precisamente el día que salió hacia España, hoy, tres años
después, es Coordinadora de Maestría en dicha universidad, lo que le
permite viajar a todas partes del mundo.

He querido resaltar este ejemplo en momentos donde, principalmente,
los que están empezando a formar familias se cuestionan al ver
la descomposición de la sociedad: “¿Cómo vamos a criar nuestros
hijos?”, “¿De que manera podremos levantar familias sanas?”, “¿Cuales
son los parámetros a usar para ello?”

“Mantener autoridad, reglas claras, atención, definición de roles desde
pequeño de cada miembro y establecer límites que permitan a cada
cual saber hasta dónde pueden llegar” son elementos esenciales para
que, independientemente de todo lo que se está dando en nuestra
sociedad y el mundo, podamos tener resultados positivos en nuestras
familias.

Es frecuente escuchar “¡Qué suerte han tenido con sus hijos!”, pero
los buenos frutos no son obtenidos por azar ni golpe de suerte, sino
mas bien en el día a día enfrentar cada reto que se presente con los
hijos, luchar contra corriente, las cuales son totalmente antagónicas a
lo establecido dentro del hogar, no obstante, manteniendo nuestros

parámetros propios independientemente encajen o no con la gran
mayoría.

Familias sanas aseguran sociedades sanas, e íntegras aseguran también
sociedades íntegras. Cuidémosla y evitemos sean dañadas. Esto es
trabajo de todos.

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