Darle carácter (3/3)

Las familias tienen un gran reto de cuidar la salud mental dentro de sus miembros. Sé que no es tan fácil trabajar con nuestros hijos por una formación sana, ya que, queramos o no, al imponer reglas, con lo que primero debemos luchar es contra la corriente. Razón por la cual mantener firmeza con los valores que necesitamos prime en nuestras familias va a ser uno de los elementos básicos. No obstante, nuestra responsabilidad como padres, no podemos dejársela a nadie.
Desde el mismo momento que el niño nace debe empezar su corrección, ya que a este hay que enseñarle horas de dormir, de comer; pero, sobre todo, darle la seguridad, amor y confianza para su desarrollo. Es desde aquí donde hay que crear las bases, con un binomio que siempre recordaré, “amor y autoridad”. Con lo que tenemos asegurado la formación integral de nuestros hijos.
Es desde pequeñas rabietas, donde tenemos que ir corrigiendo estos inicios de violencia o agresividad que aparentemente son insignificantes. Cuando un niño se tira al suelo y el padre o la madre se violentan y le agreden, no se le está corrigiendo, se le está agrediendo. Ya que la autoridad no se muestra con violencia, sino con firmeza. El principal ejemplo lo deben poner los padres, manteniendo entre sí respeto muto mutuo, evitando desautorizarse uno al otro delante de los hijos, y con ello enseñar que en la familia hay equilibrio.
La violencia no aparece un día cualquiera dentro del hogar, se va infiltrando paulatinamente. Y, conozco hogares donde han hecho de ella un hábito. Quiero dejar claro que esto se da en cualquier clase social, con la diferencia de que en algunas se disimula mejor.

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