¿Se conocen? Parte 1/3
¿Se conocen? Parte 1/3
Son frecuentes las quejas de padres sobre cuan inmersos viven sus hijos en su propio mundo, excluidos, sin darse cuenta, del medio en el cual viven.
Las familias donde cada uno de sus miembros tiene computador, televisor y algún que otro medio más de comunicación, se convierten en lugares mudos. Digo mudos porque apenas intercambian palabras y, con ello, se rompe toda interacción que debe darse en la dinámica familiar.
Muchas veces me pregunto si esta es una manera cómoda en la cual las familias se colocan y, así, cada uno en su galaxia, evitan tener que confrontar situaciones que no andan bien, están guardadas, por tanto cuando explotan, ya se dificultan las acciones y soluciones posibles.
Hace años, en clase de ética para psicólogos, el profesor, que era sacerdote, preguntó: ¿conoces alguien que entra a tu casa, a tu habitación, te calla, habla ella y se convierte en el centro? “No”, respondimos. El contestó: ¡Cuidado! Se llama televisión.
Nunca imaginó ese sacerdote a los niveles que llegarían los adelantos tecnológicos, en especial, los medios de comunicación.
Permanecemos horas fuera de casa en las labores cotidianas, nos envolvemos, olvidamos monitorear a nuestros hijos y, al terminar el día, nos preguntamos: ¿no he llamado a mi casa? ¡Qué descuido!
Conocerlos a ellos y ellos a nosotros representa ardua tarea y esfuerzo. Cada vez son más frecuentes las sorpresas de cosas que hacen, precisamente por lo poco que desgraciadamente le conocemos y lo mucho que permitimos a los intrusos penetrar a ellos, enseñarles y reforzarles conductas que nunca quisiéramos sean dadas en nuestras familias.
Es complejo educar hoy, con bombardeos permanentes de conceptos y valores opuestos a los que nosotros como padres queremos y tratamos de sembrar a nuestros hijos. Pero si empezamos a evaluar cosas dentro del hogar que son usuales y normales, que luego se convierten en enemigos acérrimos para nuestro bienestar y sano desarrollo en la familia, ganaremos, luchando entre todos, la batalla.
grecia.portufamilia@gmail.com
Son frecuentes las quejas de padres sobre cuan inmersos viven sus hijos en su propio mundo, excluidos, sin darse cuenta, del medio en el cual viven.
Las familias donde cada uno de sus miembros tiene computador, televisor y algún que otro medio más de comunicación, se convierten en lugares mudos. Digo mudos porque apenas intercambian palabras y, con ello, se rompe toda interacción que debe darse en la dinámica familiar.
Muchas veces me pregunto si esta es una manera cómoda en la cual las familias se colocan y, así, cada uno en su galaxia, evitan tener que confrontar situaciones que no andan bien, están guardadas, por tanto cuando explotan, ya se dificultan las acciones y soluciones posibles.
Hace años, en clase de ética para psicólogos, el profesor, que era sacerdote, preguntó: ¿conoces alguien que entra a tu casa, a tu habitación, te calla, habla ella y se convierte en el centro? “No”, respondimos. El contestó: ¡Cuidado! Se llama televisión.
Nunca imaginó ese sacerdote a los niveles que llegarían los adelantos tecnológicos, en especial, los medios de comunicación.
Permanecemos horas fuera de casa en las labores cotidianas, nos envolvemos, olvidamos monitorear a nuestros hijos y, al terminar el día, nos preguntamos: ¿no he llamado a mi casa? ¡Qué descuido!
Conocerlos a ellos y ellos a nosotros representa ardua tarea y esfuerzo. Cada vez son más frecuentes las sorpresas de cosas que hacen, precisamente por lo poco que desgraciadamente le conocemos y lo mucho que permitimos a los intrusos penetrar a ellos, enseñarles y reforzarles conductas que nunca quisiéramos sean dadas en nuestras familias.
Es complejo educar hoy, con bombardeos permanentes de conceptos y valores opuestos a los que nosotros como padres queremos y tratamos de sembrar a nuestros hijos. Pero si empezamos a evaluar cosas dentro del hogar que son usuales y normales, que luego se convierten en enemigos acérrimos para nuestro bienestar y sano desarrollo en la familia, ganaremos, luchando entre todos, la batalla.
grecia.portufamilia@gmail.com
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