¿Se conocen? Parte 2/3
Conocernos plenamente, aun entre padres e hijos, no es tan sencillo, pero si mantenemos canales adecuados de comunicación, definición de roles y fronteras bien establecidas , se facilita el poder diferenciar el comportamiento de los miembros de nuestra familia.
Una madre divorciada con tres hijas me comentaba que, aunque lamentable y penoso, estas le dedican media hora del día, y cuando lo hacen, prácticamente ella habla sola, ya que responden con un si, no, quizás o cualquier otro monosílabo. Continua diciendo que ambas, estudiantes universitarias, su tiempo cuando están en casa lo utilizan entre hacer tareas, revisar email y responder a sus amigos y conocidos.
¿Creen ustedes existe posibilidad de conocerse en situaciones como esta?
Vemos un retrato que representa un gran número de familias, y por ende, puede servir para empezar a buscar herramientas que permitan establecer cambios en patrones no adecuados, pero que quizás hasta ahora no le habíamos dado importancia.
Cuando un problema es admitido como tal y se reconoce necesidad de cambio, tenemos una buena parte ganada. Digo esto ya que muchas veces son los propios padres quienes entran en negación de la realidad y situación en la cual están viviendo.
¿Qué hacer?
Busquemos la manera de convertirnos amigos de nuestros hijos y con ello empezar a conocer los intereses a través de los cuales vamos a ir descubriendo quienes son.
Recuerden un eslogan de hace muchos años que decía: “Son las diez de la noche, ¿sabes donde están tus hijos, que hacen, con quien andan?”.
Partiendo desde aquí, no quiero bajo ningún supuesto darles una receta de cocina donde pones ingredientes y obtienes un plato, mas bien, pretendo señalar algunas pinceladas que puedan ayudar en el proceso de modificación de parámetros inadecuados que han estado operando en nuestros hogares, tales como: forma y colores preferidos en su vestir, música que escuchan, lenguaje empleado, amigos preferidos y sobre todo que hacen estos últimos, ya que como dice la palabra: “¿Andarán dos juntos, si no estuvieren de acuerdo?.Amós 3:3.
Una madre divorciada con tres hijas me comentaba que, aunque lamentable y penoso, estas le dedican media hora del día, y cuando lo hacen, prácticamente ella habla sola, ya que responden con un si, no, quizás o cualquier otro monosílabo. Continua diciendo que ambas, estudiantes universitarias, su tiempo cuando están en casa lo utilizan entre hacer tareas, revisar email y responder a sus amigos y conocidos.
¿Creen ustedes existe posibilidad de conocerse en situaciones como esta?
Vemos un retrato que representa un gran número de familias, y por ende, puede servir para empezar a buscar herramientas que permitan establecer cambios en patrones no adecuados, pero que quizás hasta ahora no le habíamos dado importancia.
Cuando un problema es admitido como tal y se reconoce necesidad de cambio, tenemos una buena parte ganada. Digo esto ya que muchas veces son los propios padres quienes entran en negación de la realidad y situación en la cual están viviendo.
¿Qué hacer?
Busquemos la manera de convertirnos amigos de nuestros hijos y con ello empezar a conocer los intereses a través de los cuales vamos a ir descubriendo quienes son.
Recuerden un eslogan de hace muchos años que decía: “Son las diez de la noche, ¿sabes donde están tus hijos, que hacen, con quien andan?”.
Partiendo desde aquí, no quiero bajo ningún supuesto darles una receta de cocina donde pones ingredientes y obtienes un plato, mas bien, pretendo señalar algunas pinceladas que puedan ayudar en el proceso de modificación de parámetros inadecuados que han estado operando en nuestros hogares, tales como: forma y colores preferidos en su vestir, música que escuchan, lenguaje empleado, amigos preferidos y sobre todo que hacen estos últimos, ya que como dice la palabra: “¿Andarán dos juntos, si no estuvieren de acuerdo?.Amós 3:3.
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