Al rescate

Mientras leía una revista social de las que circulan en nuestro medio, quedé impactada al ver un
comercial que ocupaba dos o tres páginas de ambos lados promocionando un artículo; recostada sobre
un vehículo de gran lujo estaba una joven elegante y bella adornada por finas joyas dejando entrever la
opulencia en medio de la cual vive. Paradójicamente me encontraba en una sala de espera donde cerca
de mí estaban unas cuantas muchachas, las cuales lucían completamente opuestas a la de la imagen, y
me cuestioné: “¿Qué pensarán ellas al ver estas fotos? Este tipo de imágenes, tanto en hombres como
mujeres, donde la seguridad y confianza, incluyendo felicidad, son proyectadas como una consecuencia
de haber obtenido estas cosas.”.

Cada vez con más frecuencia vemos, especialmente en restaurantes de lujo y centros
comerciales, “parejas disparejas” (ella, con 21, él, con 60 o 55), donde lo único que les une es el
deseo de escalar una posición social y económica que le permita a ella llegar a ser alguien parecido a
esas imágenes y paradigmas que día a día se han ido infiltrando en su mente. A veces, experimento
vergüenza ajena; en ocasiones, tristeza; y en otras tantas, rabia cuando me toca ver estas cosas.
Entiendo que el deseo de superación, especialmente en jóvenes, no solo es necesario, sino, tengo muy
claro que el futuro de una sociedad va a depender en gran manera de los jóvenes que la componen.
Pero, ¿hasta cuándo se van a seguir dañando nuestros jóvenes con ideas distorsionadas sobre el éxito,
una verdadera realización personal, y se les promuevan los valores genuinos?

Estas son de las tantas cosas que me mueven cada semana a intentar, desde de este medio, que
podamos entre poner un granito de arena para cambiar una serie de situaciones que se dan en nuestra
sociedad.

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