Hacia dónde ir (1/2)

María, conversando con una amiga, le expresa los problemas que está pasando con su hijo Carlitos,
el cual tiene apenas 10 años de edad: “Desde pequeño no puedo con él, le hablo y no me entiende.
A la hora de vestirlo, sentarlo a la mesa para comer es un problema, porque quiere hacerlo todo a
su manera. No me vale corregirlo ni castigarlo. En la escuela, desde el principio, tampoco obedece a
profesores; evita jugar con otros niños y, cuando lo hace, se pelea. Las labores en clase casi nunca las
completa. Es por todo esto que lo han expulsado dos veces.”.

Son muchos los padres que en este momento se identifican con lo que está viviendo esta madre y,
por ende, la familia completa, porque, como hemos dicho, “cuando hay un problema en uno de los
miembros, afecta a todos los demás”. Siempre han habido los llamados “niños traviesos” o inquietos,
y que los padres, por ignorancia, van reforzando y aumentando dichas conductas desagradables. En
colegios privados y de cierto nivel social, suelen referirlos a evaluaciones psicológicas y así determinar
que puede estar pasando en la vida del mismo que pueda estar incidiendo, como ya señalé, en el
aumento de estas respuestas conductuales. Son múltiples las razones que pueden desencadenar las
mismas, incluyendo trastornos orgánicos de tipo neurológico, trastornos endocrino como problemas
de tiroides, que solamente van a ser confirmados si se le da seguimiento adecuado, permitiéndoles ser
evaluados por especialistas en la materia.

¿Qué en familias pobres cuando se presentan estos casos, donde, en vez de buscar ayuda, se limitan a
golpearlos, criticarlos y castigarlos?, ¿Qué pasa cuando los envían a la escuela, dentro de esta misma
clase social, y son rechazados por los maestros y compañeritos?

Estas y otras interrogantes las veremos la próxima semana.

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