Como si fuese poco


En más de una ocasión, a través de este medio, hemos señalado los problemas emocionales
presentes en un gran número de individuos, los cuales ni consideran tenerlos, razón por la
cual no buscan ayuda profesional para un manejo adecuado de los mismos y con ello evitar
consecuencias que repercutan de forma negativa para la familia y la sociedad.

A pesar de que en el día de ayer vi una declaración de que ha bajado la violencia, los eventos
vividos por nuestra sociedad en todo el país, de manera especial en la Ciudad de Santiago
de los Caballeros y en la Ciudad Capital, es para que la Asociación Dominicana de Psiquiatría
y Psicología, conjuntamente con salud pública, empiece a dar la importancia requerida a
este problema. Vemos como, en el caso de Dengue por ejemplo, Cólera y enfermedades
de este tipo, nuestras autoridades asumen de manera inmediata medidas que ataquen
dichas enfermedades. Sin embargo, es elevado el número de personas que por años se auto
medican con antidepresivos, ansiolíticos, los cuales, dado al habito de consumo, no los pueden
suspender. Y esto no se toma en cuenta.

No es necesario estudiar conducta para darse cuenta al salir a nuestras calles de la forma
agresiva en que se manejan los individuos de todas las edades, ya que hasta en nuestras
escuelas hay problemas entre los niños y denuncias de la forma irrespetuosa y desafiante con
la que estos se dirigen a sus profesores.

Hay que atender de manera inmediata todos estos trastornos conductuales presentes dentro
de nuestras familias, con lo que considero sería una excelente medida preventiva para las
situaciones que vivimos de violencia intrafamiliar, callejera y delincuencia, especialmente
juvenil. Cuando la cabeza de una familia no tiene salud mental, qué ha de esperarse de los
miembros (llámese sus hijos), los cuales están siendo formados por esta.

Una campaña de prevención y tratamiento de salud mental en la sociedad es más que
necesario para cortar los males que nos rodean. “Familia sana, sociedad sana”, es un eslogan
que he repetido en diferentes ocasiones y que necesitamos poner manos a la obra, como dice
nuestro Presidente, para hacerlo realidad.

No es asunto de buscar culpables, cargar el dado a nadie, sino más bien atacar, con programas
de evaluación a las familias, especialmente a los sectores de menores ingresos, donde con
mayor frecuencia se dan dichos eventos. Imagínese usted cómo estarán aquellos hogares
donde en ocasiones se han dejado huérfanos cuatro o cinco niños.

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