Frenar


Los avances tecnológicos de los cuales disponemos en estos tiempos nos permiten mantener contacto
permanente, independientemente cuan distante sea el lugar donde nos encontremos. Se puede afirmar
que vivimos en la era de la tecnología y mayor avance de la ciencia en todos los ámbitos. Sin embargo,
esos mismos que tienen la capacidad para romper distancias, antagónicamente, están logrando cada vez
más un alejamiento en las relaciones interpersonales. Si te limitas simplemente a observar en cualquier
lugar que llegas, te darás cuenta que, de diez individuos, siete u ocho se encuentran sumergidos en su
propio mundo, ya que por lo general su atención está centrada en uno de estos pequeños aparatos que
se están dando el lujo de llevar a los humanos e irlos convirtiendo en seres robóticos. Ahora bien, el
más perjudicial de los usos dados es valerse de estos medios para, a través de ellos, aprovechando su
alcance, emitir juicios y criterios para destruirse unos con otros de manera tan amplia como se hace con
una bomba atómica. Vemos cuan fácilmente es bombardeada la moral de individuos, instituciones que
por años han mantenido un sitial a base de grandes sacrificios, con lo que dañan a sus familias que, en
ocasiones, les llevan a tener que bajar su cabeza de forma tal que a veces no pueden levantarse.

No es solamente asesino el que mata el cuerpo, sino también aquel que destruye la psiquis y la moral de
otros sin el menor miramiento. En estos días, donde se debate quién será el próximo presidente, una de
las cosas más preocupantes es la forma inescrupulosa en que a diario suelen decirse entre unos y otros.
Es que se ha perdido el respeto entre las personas, el derecho a la privacidad, provocando a un mayor
rompimiento de la paz que necesitamos en nuestros hogares y sociedad. Como decía Benito Juárez: “El
respeto al derecho ajeno es la paz”. Sin embargo, esta frase, no solamente en el ámbito de la política,
ha sido olvidada. Hoy día cualquiera insulta o irrespeta a figuras de autoridad como militares, ministros
cristianos, y que no será de los insultos que día a día las personas en las calles son capaces de emitir.

Hay que hacer un “alto” en el camino y retomar por lo menos las reglas básicas de educación, pero
sobretodo evaluar qué es lo que pasa, tratando de buscar como siempre sugerimos a través de este
medio, entre todos evitar abrir la boca para dañar.

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