A ti


En la formación de mi familia, una de las cosas en las que les he insistido es en no necesitar aplausos
de otros para ellos reconocer su verdadero valor. Hacer las cosas a la excelencia, como dice la biblia,
he tratado de enseñarles, independientemente de si son o no reconocidos. De pequeña, mi hija
mayor siempre traía notas excelentes. Claro está, le felicitaba por sus logros, pero le pasaba la mano
diciendo: “Siempre trata de dar lo mejor donde quiera que estés.”. Hoy día me ha dicho que, en la
empresa en la cual está, cuando entiende no es reconocida alguna labor importante ejecutada por ella,
recuerda mis palabras de siempre y se conforta y motiva, entendiendo que siempre debemos hacer
todo a la excelencia. El ser humano, por naturaleza, tiene la tendencia, consciente o inconscientemente,
de esperar el reconocimiento de los demás cuando entiende ha hecho una labor meritoria, ya que por
lo general, desde niños se enseña de manera constante a buscar aprobación o aceptación de los demás
hacia nuestra conducta.

Desde mi posición clara y precisa de que el verdadero reconocimiento hay que buscarlo internamente,
tratando de obrar en función de nuestros propios parámetros y conceptos; ya que está semana se
celebra el día internacional de la mujer, donde son muchas las reconocidas, condecoradas y exaltadas
en los medios por sus distintos roles sociales en los cuales se han destacado, quiero reconocer a aquellas
mujeres meritorias en sus roles multifacéticos, en ocasiones, amas de casa, pero se visten para ir a
trabajar a una empresa como ejecutivas; se revisten de coraje para por sí mismas, sin la ayuda de nadie,
levantar una familia, mantener sus finanzas, ser el timón completo del barco esperando como única
recompensa al final de cada día poder salir a flote. Merecen galardón especial las madres solteras,
viudas o divorciadas que han sabido mantener el equilibrio al criar a sus hijos en el rol que hoy se define
como “mapa”, que no es más que llevar bajo sus lomos el desempeño del doble papel, mamá y papá;
en una sociedad con pérdida de valores, en la cual a lo malo se le llama bueno y a lo bueno malo, donde
hay que vivir permanentemente luchando en contra de las corrientes de la misma y con ello poder
mantener una estructura familiar sana y adecuada.

A todas estas mujeres, les exhorto seguir adelante en su hermoso papel de ser sencillamente mujer.

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