Piensan por ti


“Tienes que rebajar”, “En los últimos meses has engordado”, “Estás muy delgada, ¿Estás
enferma?”, “Me gustaba verte más con el pelo corto”, “No puedo entender cómo has podido
convivir con ese hombre, hace tiempo yo lo hubiese dejado”. Estas expresiones, o más
bien, mandatos, las escuchamos día a día pronunciar por las personas que nos rodean. Las
mismas son aparentemente simples, a veces con buenas intenciones, pero a su vez generan
en las personas inquietudes que probablemente nunca habían sentido. A veces, en el caso
de tener unos cuantos kilos de más, en este momento donde parece haber un decreto que
obliga, especialmente a las mujeres, a ser delgadas y flacuchas, por la determinación de los
estándares de belleza. En ocasiones, sin darte cuenta, esa persona que le resaltas tener que
adelgazar, lo único que provocas en ella es elevar niveles de ansiedad, ya que la misma lleva
dietas estrictas y rigurosas, pero su problema es que sencillamente tiene problemas con su
metabolismo.

En días pasados, una amiga me expresó todos los alimentos que se prohíbe ingerir y el
esfuerzo que hace caminando todos los días para no ser una “ballena”, como dijo ella. Esta no
es delgada como pide el “decreto” de hoy, pero tampoco es obesa.

Medio en broma y medio enserio, le digo siempre a mi hija que todos los demás creen, y
lo hacen a menudo, poder arreglar la vida del otro y más aún, intentan cambiar tu mundo.
Aunque estas opiniones son bien intencionadas, logran provocar en el interior de las
personas inseguridades, y encontrar en sí mismas necesidades de cambios que no habían sido
necesarios y, mucho menos, problema. Pero, dada la insistencia de los otros, empieza a querer
buscar que hacer con esto que se le ha creado en su mente.

El hombre ha sido creado para vivir en comunidad. Nadie vive solo. Por muy autosuficiente
que se crea, todos nos necesitamos y, más aun, es sumamente saludable interactuar con los
demás para un buen manejo en nuestras vidas.

Hay que tener cuidado a la hora de emitir opinión a la vida de otro en algo tan sencillo como el
color de su pelo o simple como “¿Por qué permites tal o cual cosa a tus hijos?” por una actitud
que hayas visto en un momento determinado en la interacción con los mismos. Ya que, con
ellas podríamos dañar cosas que, sin tu opinión, nunca hubiesen sido un problema.

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